La actividad humana es la responsable de los cambios estructurales
de los paisajes peninsulares y baleares españoles, pero siempre condicionada por los factores climáticos y geológicos del territorio.
Eldesarrollo económico y social ha provocado cambios en la distribución geográfica y en las pautas de actividad y comportamiento de
la población, lo cual ha tenido su reflejo en la evolución reciente de los paisajes peninsulares y baleares españoles.
El patrón de
distribución geográfica de la actividad y riqueza económica ha provocado una polarización de los paisajes peninsulares y baleares
españoles: Paisajes con elevada intensividad y artificialidad en las zonas más ricas y activas, frente a paisajes más extensivos y
naturalizados en las zonas más pobres, remotas y abandonadas.
Las políticas territoriales de repoblación forestal, regadíos, concentración
parcelaria, protección de la naturaleza y desarrollo rural han dejado su huella sobre los paisajes rurales españoles, detectándose
significativas diferencias entre los planes de carácter nacional y centralizado del periodo 1956-84 y los del periodo 1984-98, derivados
de la Unión Europea e implementados por las administraciones autonómicas.
La evolución del paisaje bajo el antiguo régimen político
tendió a grandes y profundos cambios en la composición y configuración centrados en un reducido número de comarcas, mientras que el
nuevo régimen ha provocado cambios más pequeños y menos profundos en un mayor número de comarcas.
El abandono de las actividades tradicionales
rurales, tanto agrícolas como ganaderas, ha dado lugar a la recuperación natural de los componentes forestales de grandes zonas de
los sistemas montañosos peninsulares y baleares.
La evolución decreciente de la cabaña de ganado ovino y caprino, ha sido un factor
decisivo para la recuperación forestal de grandes áreas durante el periodo 1956-84, favoreciendo el cambio en la composición de sus
paisajes. La posterior recuperación de la cabaña de ganado ovino, como consecuencia de las ayudas de la PAC, no ha revertido el efecto
en esas zonas, sino que más bien ha potenciado la intensividad de los paisajes agrícolas.
La mayor estabilidad en la composición
de los paisajes forestales detectada en el periodo 1984-98 está correlacionada con la creciente superficie sometida a distintos grados
de protección de la naturaleza.
La nueva política de repoblación forestal centrada en las tierras agrícolas marginales, comienza a
tener su reflejo en los paisajes con algún retraso respecto del momento de su inicio. Su huella se aprecia en todas las clases de
paisaje, pero la intensidad del cambio producido todavía es reducida.
El impacto en el paisaje de los Planes de Regadío ha quedado
reflejado por el incremento de la teselas acuáticas en los dos periodos estudiados, localizadas especialmente sobre las comarcas subáridas
e hiperáridas.
El impacto sobre el paisaje de la actividad turística queda englobado en los efectos de la urbanización. Su importancia
es máxima en las comarcas hiperáridas de las costas mediterráneas, llegando incluso a transformarse un paisaje forestal en suburbano.